Si os dais una vuelta por el casco antiguo, merece la pena ver el Baluarte de los Mártires, fortificación situada en el norte de Cádiz, frente al faro de San Sebastián, al lado de la playa de la Caleta, a pocos metros de El Parador de Cádiz, cuyos muros ostioneros están bañados por el Atlántico.
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Historia y ubicación
Su misión era defender esta parte de la ciudad frente a posibles ataques marítimos. Fue construido en el siglo XVII, más concretamente en 1.676, y en su patio trasero, sobre la muralla acariciada por el mar, contaba con varios cañones dispuestos para intimidar a los piratas e invasores.
Por fuera, es la clásica construcción con forma de fuerte situada frente al océano, con grandes muros defensivos. Pero una vez dentro, me impresionaron las vistas, su ubicación privilegiada en el mismo arrecife sobre el que se levanta el faro, con su inmortal luz nocturna.
Está al lado de la glorieta de Paco Alba, donde se alza su monumento como inolvidable autor de letras para comparsas y chirigotas de los carnavales, y la conocida playa de la Caleta. Un sitio muy especial para los gaditanos. No puede haber mejor ubicación para los que les guste el salado mar, las puestas de sol, las gaviotas, y la luz infatigable del viejo faro.
Eventos y bodas en El Baluarte de los Mártires
Yo he tenido el privilegio de poder entrar dentro y comprobar todo esto. Pero claro, las palabras mías no pueden hacer justicia a vistas tan bellas, por eso se acompañan varias fotos del lugar. Estuvimos en el baluarte por invitación de mis amigos Juan y Mari Paz para celebrar la boda de su hija que se llama también Mari Paz con Sebastian, su ya marido.
Actualmente está gestionado por el grupo hostelero el Faro, y se dedica a realizar celebraciones, congresos, eventos, conciertos, comidas de empresas, shows y bodas, entre otras. Pues bien, allí nos juntamos más de un centenar de personas para este importante evento, en tan incomparable marco.
Los viejos portones del baluarte se abrieron para recibir a la bella y simpática novia y padrinos, mientras los asistentes los esperaban en el patio trasero. Se trasladaron hasta la muralla defensiva, donde se alzaba una especie de baldaquino con columnas de tul blanco y enredaderas de flores, mirando al mar.
La ceremonia, con vistas
Allí se celebró la emotiva ceremonia con testimonio gracioso de varios oradores, como aquel que dijo: “Te casas hoy con un pirata, pero éste es de los buenos”. En referencia al origen británico del novio. Todo ello, amenizado con un magnífico coro que nos deleitó con sus cantos, mientras el sol trataba de esconderse en el horizonte tras los muros de la fortificación.
En su explanada, a la luz de la tarde que ya decaía, había varias carpas donde los asistentes podían elegir bebidas y refrescos, así como gran variedad de sabrosos entrantes y tapas. Pero para facilitar las cosas, las mismas camareras, distribuían entre los invitados de forma continua, bebidas y bandejas de más de diez tipos de aperitivos diferentes para servir de pie.
Quizás os suene las famosas tortillitas de camarones, foie sobre compota de manzana, papas aliñadas con pulpo, hamburguesas con salsa de mostaza, langostinos pelados con huevas de mujol, bricks de queso y puerros con salsa Pedro Ximenez, y un insuperable jamón de bellota, que el padre de la novia encargó ex profeso.
Salones y menú
Pero esto no fue todo, si te quedaba algo de hambre, continuamos dentro de la fortificación, en un amplio salón donde estaban ubicadas más de diez mesas redondas, elegantemente decoradas.
No se hizo rogar la espera, y al poco tiempo teníamos encima el primer plato, un entrante de langostinos, con verduritas, frutas, salsa rosa y vinagreta andaluza. Realmente exquisito, el sabor mezclado y la degustación de esa combinación gastronómica.
Después vino un sorbete de mandarina. Y como plato principal se pudo elegir entre Lomo de pescado de roca, que en este caso era una corvina, o bien, una presa ibérica de bellota con jugo de oloroso.
Todo muy bien presentado y con una buena profesionalidad de las camareras, que estaban de continuo atentas a que nadie se quedara sin bebidas y a reponer los platos. Finalizando la cena, con la habitual tarta o arroz con leche.
Después, la sesión continuó en la sala inferior, donde los invitados pudimos disfrutar y bailar, animados por una Dj marchosa. Además de tomarnos alguna copa y aperitivo en la barra libre.
En definitiva, una ceremonia inolvidable y emotiva que fue acompañada de un entorno excepcional e impresionante. Cuando salimos afuera, nos despedimos del lugar, sin duda para volver algún día. Y el faro nos saludó dándonos las buenas noches con sus infinitos destellos, mientras la luz de la luna llena, dibujaba su plateada estela en el mar.
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