Cuando puedo, me suelo acercar a contemplar eventos de tipo náutico, como la concentración de grandes veleros denominada Tall Ships, las regatas de los catamaranes GP, o visitas a buques de la armada, que normalmente suelen suceder en mi residencia habitual, en Cádiz capital. Mi afición por la náutica me hace disfrutar de estas ocasiones, que son especialmente frecuentes en esta ciudad marinera.
Visitar un submarino de la armada no es habitual o frecuente, incluso en Cádiz, donde estamos habituados a ver buques de guerra de todo tipo, porque España tiene muy pocos que estén operativos. Y tampoco es que vengan mucho por aquí. En este caso, hace unos días, coincidiendo con el término de unas maniobras navales, recaló en el puerto un submarino de la clase S-71 Galerna. Me enteré por la prensa local que se podía visitar en grupos reducidos y horarios limitados. Esto no me pasó desapercibido, y una vez se confirmó su llegada al puerto, me fui para allí al día siguiente.
En la información de la prensa, se decía que el acceso estaba restringido a personas con escasa movilidad. Vaya eufemismo. Yo diría que también a muchas personas normales. Me costó decidirme porque arrastro una lesión en el tendón de Aquiles, suponiendo lo difícil que me sería manejarme por el submarino, cuando ya de por sí es difícil en cualquier barco de la armada.
Visita al interior del submarino
Llegue al puerto de Cádiz una hora antes de empezar la visita, y ya había una cola de gente esperando, en plena solana, más de cuarenta personas. Después de esperar, finalmente la autoridad portuaria nos indicó donde trasladar la cola, más cerca del submarino. Al rato se acercó un marinero que se llevó a unas veinte personas, algunas de las cuales subían por la parte de popa, mientras otras esperaban en la pasarela. Al final, a nuestro grupo nos llegó el turno de entrar.
Pasamos por la pasarela desde el muelle hasta la cubierta negra del submarino. Para poder llegar al interior tuvimos que entrar a través de una escotilla y bajar por medio de una escala vertical de varios metros.
Al llegar adentro, me encuentro con un estrecho y largo pasillo que recorre el submarino de popa hasta la proa. A lo largo del pasillo veo que el techo y las paredes están repletas de tubos, cajas, bombonas, indicadores iluminados, grifos, botones, interruptores, perchas, cuadros enmarcados, y hasta rejillas y resaltes por el suelo, etc. Un montón de obstáculos que impiden andar de forma normal.
A ambos lados del pasillo, tras una serie de cortinas azules, se vislumbran pequeños departamentos, un par de diminutas salitas con una mesa central, un aseo ridículo, una habitación muy estrecha con literas donde duermen los marinos en cuya puerta una marinera vendía camisetas; una escuálidas cocina de 3 m2, hasta llegar a la sala de maniobras donde se controla el submarino.
Digo sala por no decir salita que le pega más por sus reducidas dimensiones, un pequeño espacio repleto a tope de instrumentos náuticos para el control del buque. Un par de GPS, una pantalla de tv, radar, sonar, y dos periscopios.
Después salimos por una puerta-escotilla que había que bajar la cabeza para no darte un buen golpe. De hecho uno de los marineros nos confirmó que con tanta estrechez es normal darte un golpe con algo, que tuviéramos cuidado.
Dejamos la salita y llegamos al punto de salida, pues ya no podíamos seguir más adelante, ya que nos encontramos con nuevas literas de marineros y la sala de torpedos. La salida era en sentido contrario, hacia arriba varios metros, por una escala vertical hasta una escotilla redonda, y desde esta otra escala hasta una especie de escotilla puerta que se abre en la torre del submarino al nivel de la cubierta. Una experiencia fue subir por allí agarrándote con todas las fuerzas para no caer varios metros en picado y quedar en el sitio. Pero al final conseguí llegar a la salida. Pero cuidado, andar por la cubierta de un submarino no es fácil por la curvatura que tiene. Sólo hay un pequeño pasillo de unos veinte centímetros de ancho, que para no caerte al agua tienes que asirte a un pasamanos.
En definitiva, vivir en un submarino en esas condiciones de estrechez, de poca accesibilidad, falta de intimidad, sin ventanas, sin que te de el aire, debe ser un suplicio. Sólo una gente muy especial puede aguantar un sitio tan claustrofóbico. Yo no aguantaría allí ni media hora.
Este tipo de submarino tuvo su primera inmersión en 1982 al mando del Capitán de Corbeta D. Antonio Moreno Barberá, y desde entonces ha participado en diversos ejercicios y misiones nacionales o internacionales como en la operación Active Endeavour, en la lucha contra el terrorismo en el mediterráneo, o en la Sea Guardian en la vigilancia y seguridad del tráfico marítimo también en el mediterráneo.
Características del submarino
El submarino tiene 68 metros de eslora (largo) y 6,8 de manga (ancho). Está propulsado por dos motores Diesel y uno eléctrico que es el principal. Tiene una autonomía de 9.000 millas en inmersión o 45 días, a una velocidad máxima de 12 nudos en superficie y 20 en inmersión. Contando con cuatro tubos lanzatorpedos, siendo la profundidad máxima que alcanza los 300 metros.